Revisión de Publicaciones de Investigación Científica y Avances en Biocontrol
Cómo Trichoderma asperellum cepa T34 destaca como estrategia para el control del escarabajo de ambrosía.
La presente entrada corresponde a una revisión basada en dos publicaciones de investigadores de la Universidad de Catania: “Microbial mutualism suppression by Trichoderma and Bacillus species for controlling the invasive ambrosia beetle Xylosandrus compactus” y “Exploring the potential of synthetic and biological fungicides for managing the fungus-farming ambrosia beetle Xylosandrus compactus”.
Comparan diferentes estratégias posibles de control y T34 Biocontrol® destaca en el control del escarabajo de ambrosía, mostrando un efecto significativamente superior frente a otros productos evaluados, con uno resultados muy relevantes.
A partir de estas evidencias, iniciamos esta revisión para profundizar en los hallazgos y el potencial de esta estrategia de biocontrol.
Un diminuto escarabajo con un gran impacto
Xylosandrus compactus (conocido como perforador de la ramita negra o escarabajo de ambrosía negro) es un escarabajo ambrosía originario de Asia que se ha convertido en una plaga invasora en otras regiones. Mide apenas 2 mm, pero puede infestar una gran variedad de árboles y arbustos de importancia ornamental y agrícola, perforando galerías en sus ramas jóvenes. En Europa se detectó por primera vez en 2011 (Italia) y llegó a España en 2019 (Mallorca), extendiéndose luego a Cataluña en 2020. Este insecto causa marchitez, rotura de ramas y decaimiento en los árboles que ataca, pudiendo afectar bosques, plantaciones frutales, viveros y zonas urbanas. Su pequeño tamaño y hábito de vida oculto dentro de la madera dificultan el control con métodos convencionales, ya que los insecticidas de contacto apenas alcanzan a las plagas escondidas. Por ello, X. compactus se considera una amenaza fitosanitaria seria donde llega a establecerse.

Cultivos y plantas afectadas
Cultivos agrícolas principales:




Orquídeas ornamentales


Diversas especies de árboles ornamentales y forestales:




Tambien afecta a muchas otras espéciescomo Macadamia, Mango, entre otros.
Plantas mediterráneas en Europa:


El socio secreto del escarabajo ambrosía: un hongo indispensable
El éxito de X. compactus no se debe solo al escarabajo en sí, sino a su alianza con un hongo simbionte, Ambrosiella xylebori. Las hembras del escarabajo transportan esporas de este hongo en estructuras especiales de su cuerpo. Al perforar la madera e iniciar una galería, siembran el hongo en las paredes del túnel. Ambrosiella xylebori crece dentro de la madera alimentándose del tejido vegetal y tapiza las galerías con su micelio y esporas. Las larvas del escarabajo no se alimentan directamente de la madera, sino que consumen el hongo cultivado, obteniendo de él sus nutrientes. En otras palabras, X. compactus es un “escarabajo agricultor”: cultiva su propio alimento fúngico dentro del árbol. Esta relación mutualista es tan estrecha que el desarrollo y reproducción del escarabajo dependen totalmente del hongo; sin él, las larvas no pueden prosperar y el ciclo de vida del insecto se interrumpe.
No obstante, X. compactus no solo se asocia con Ambrosiella xylebori, sino también con otras especies de hongos saprótrofos (Ambrosiella macrosposa) y patógenos (Fusarium solani, Epicoccum nigrum), que pueden influir en la sintomatología observada en las plantas infestadas.
Por otra parte, en muchos casos el hongo Ambrosiella también puede actuar como patógeno del árbol, ampliando el daño: causa necrosis en los tejidos (lesiones oscuras en la madera) y contribuye al marchitamiento del huésped. Por ello, esta pareja insecto-hongo resulta doblemente perjudicial: el escarabajo perfora y disemina el hongo, y el hongo debilita o mata la planta invadida.


Buscando una solución biológica: atacar al hongo
Tradicionalmente, las estrategias de control de plagas se centran en atacar al insecto (por ejemplo, con insecticidas). Sin embargo, en el caso de los escarabajos ambrosía como X. compactus, los métodos convencionales suelen fallar debido a su estilo de vida críptico dentro de la madera y a su rápida dispersión. Aquí es donde surge una idea innovadora: ¿y si en lugar de atacar directamente al escarabajo, atacamos a su hongo alimenticio? Si logramos suprimir o eliminar a Ambrosiella xylebori, estaríamos “cortando el suministro” de comida para X. compactus, impidiendo que críe nuevas generaciones. Este enfoque de control biológico indirecto busca explotar el talón de Aquiles del escarabajo: su necesidad vital de un hongo mutualista.
Un candidato prometedor para esta tarea es otro hongo, Trichoderma asperellum, específicamente la cepa T34. Los Trichoderma son hongos benignos ampliamente conocidos en agricultura por su capacidad de antagonizar a otros hongos (son “micoparasíticos”), competir por espacio y nutrientes, e incluso estimular las defensas de las plantas. La cepa T. asperellum T34 en particular se emplea comercialmente como biofungicida en cultivos, por su eficacia para controlar patógenos del suelo. La hipótesis de los investigadores fue que T34 podría colonizar el mismo hábitat que Ambrosiella (la madera o la rizósfera de la planta) y desplazarlo o inhibirlo, interrumpiendo así la mutualidad insecto-hongo. En resumen: usar un hongo bueno para vencer a un hongo malo y, con ello, derrotar al escarabajo plaga de forma natural.
Resultados sorprendentes: Trichoderma vs. Ambrosiella
Investigadores de la Universidad de Catania (Italia) llevaron a cabo estudios de laboratorio para poner a prueba esta estrategia. En 2022, Gugliuzzo et al. evaluaron diferentes agentes de biocontrol, entre ellos la cepa T34 de T. asperellum, contra X. compactus y su hongo. Los ensayos incluyeron pruebas in vitro (placas de cultivo enfrentando el hongo benéfico contra A. xylebori) e in vivo (ramitas infestadas con escarabajos, tratadas con los biofungicidas). Los resultados fueron muy alentadores: T. asperellum T34 logró detener el crecimiento del hongo Ambrosiella de forma significativa, tanto en placa como dentro de la madera. En placas Petri, T34 inhibió alrededor de un 80% del crecimiento del micelio de A. xylebori gracias a su rápido sobrecrecimiento y competencia. Pero lo más importante ocurrió en las ramitas infestadas: las galerías tratadas con T34 casi no desarrollaron el hongo y, en consecuencia, muchas hembras de X. compactus no lograron criar ninguna larva en esas galerías. Se observó que Trichoderma colonizaba el interior de los túneles o las proximidades, dejando a Ambrosiella sin espacio ni nutrientes.

En laboratorio, las hembras de X. compactus produjeron en promedio más de 20 crías cada una en ramas sin tratar (barra gris, control). En cambio, cuando las ramas habían sido tratadas con T. asperellum T34, la descendencia del escarabajo se redujo drásticamente a solo ~1–4 crías por hembra (barra verde). Este experimento demuestra que, al impedir el crecimiento del hongo mutualista, el tratamiento con T34 deja a las larvas de X. compactus sin su fuente de alimento, causando un colapso en su reproducción. En muchos casos las galerías tratadas con T34 directamente no tenían larvas viables, solo la madre y quizás algunos huevos no desarrollados. La diferencia es notable: sin el hongo nutritivo, el escarabajo prácticamente no puede sacar adelante a su progenie.
Los Trichoderma no fueron los únicos evaluados. En el estudio de 2022 también se probó un par de cepas de bacterias benéficas (Bacillus), que igualmente mostraron potencial al suprimir a Ambrosiella. De hecho, Bacillus amyloliquefaciens D747 logró reducir la presencia del hongo en las galerías y disminuir la producción de crías en un ~82% a altas dosis. No obstante, la cepa T. asperellum T34 destacó como uno de los agentes más consistentes: con una aplicación adecuada, logró hasta un 95% de reducción en el número de crías del escarabajo. En otras palabras, donde un escarabajo normalmente produciría unos 20 descendientes, con T34 apenas producía 1. Este nivel de eficacia in vitro e in vivo fue una prueba de concepto poderosa de que sabotear la relación hongo-insecto es viable.
Del laboratorio al campo: un futuro control biológico integrado
Animados por estos resultados, en 2025 Costanzo et al. publicaron un estudio ampliando la investigación, incluyendo pruebas con fungicidas químicos junto a los biológicos, y simulando condiciones más cercanas al campo. En estos experimentos, se trataron plantas jóvenes de laurel (una planta hospedante) con diferentes fungicidas antes de exponerlas al escarabajo. Los fungicidas sintéticos (como thiophanato-metilo y azoxistrobina) mostraron la mayor reducción de la población del escarabajo, pues al infiltrar la madera eliminaron eficazmente el hongo cultivado y redujeron significativamente el número de galerías con crías.
Sin embargo, entre las opciones biológicas, nuevamente destacó Trichoderma asperellum T34: fue la única que logró frenar de forma considerable al hongo mutualista en las plantas tratadas. En concreto, la aplicación de T34 en la rizosfera de los laureles infectados redujo a la mitad la longitud de las lesiones fúngicas dentro de la madera (29,47 mm con T34 vs. 60,65 mm en plantas control). Esta “lesión” es básicamente la mancha oscura de tejido muerto que causa Ambrosiella al propagarse; su menor tamaño indica que el hongo estaba mucho menos activo en las plantas con T34.
Los otros dos productos evaluados, basados en dos cepas de Trichoderma y en un Bacillus, mostraron una tendencia a reducir la longitud de las lesiones (44,11 mm y 50,40 mm, respectivamente), aunque sin diferencias significativas respecto al control. Según los autores del estudio, la colonización de la raíz por T. asperellum T34 podría haber inducido resistencia sistémica en la planta, modificando la interacción mutualista entre el escarabajo y el hongo. Este estudio amplía el conocimiento sobre el uso de biofungicidas para romper la interacción entre X. compactus y su principal mutualista, A. xylebori.
¿Por qué T34 funcionó especialmente bien? Los investigadores proponen dos mecanismos complementarios. Primero, T. asperellum T34 compite directamente con A. xylebori: crece más rápido, ocupa el espacio en la galería y puede secretar enzimas o compuestos que inhiben al otro hongo. Segundo, T34 estimula las defensas naturales de la planta huésped. Evidencias de ello fueron que la aplicación de T34 en las raíces del laurel indujo una respuesta sistémica del árbol, haciéndolo menos propicio para la colonización fúngica en sus vasos. Es decir, el árbol “se defiende mejor” cuando sus raíces están colonizadas por T34, un fenómeno conocido como resistencia sistémica inducida. Este doble efecto convierte a T34 en un aliado muy valioso.

Una estrategia prometedora para controlar la plaga
En conjunto, estos estudios demuestran un concepto innovador: controlar una plaga de insecto atacando su microbiota esencial. Esta estrategia de manejo integrado de plagas abre una vía más selectiva y ecológica de combate: el biocontrol mediante la alteración del micobioma del insecto.
Interrumpir la mutualidad ambrosia representa un cambio de paradigma interesante en la protección forestal y agrícola. En vez de aplicar fungicidas o insecticidas de amplio espectro (que pueden dañar la biodiversidad), se introduce un organismo beneficioso que desarma a la plaga de forma natural.
En conclusión, el uso de Trichoderma asperellum T34 contra Xylosandrus compactus es una estrategia biotecnológica prometedora y respetuosa con el medio ambiente. Los estudios de Gugliuzzo et al. (2022) y Costanzo et al. (2025) proporcionan pruebas de concepto sólidas de que atacar la simbiosis hongo-insecto sí funciona, lo que representa un rayo de esperanza en la lucha contra un escarabajo invasor devastador. Con biofungicidas como el hongo T34 de nuestro lado, es posible lograr proteger bosques y cultivos sin recurrir tanto a químicos, sino aprovechando las propias rivalidades naturales entre microorganismos. Una pequeña espora verde de Trichoderma podría ser la clave para frenar a este diminuto pero destructor escarabajo de ambrosía.
Bibliografía
- Costanzo, M. B., Gugliuzzo, A., Vitale, A., Puglisi, I., Visentin, S., Pane, A., Cascone, P., Pappalardo, V., Guerrieri, E., & Conti, E. (2025). Exploring the potential of synthetic and biological fungicides for managing the fungus-farming ambrosia beetle Xylosandrus compactus. PLOS ONE, 20(7), e0329063. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0329063
- Gugliuzzo, A., Vitale, A., Puglisi, I., Pane, A., Pappalardo, V., Cascone, P., Guerrieri, E., & Conti, E. (2022). Microbial mutualism suppression by Trichoderma and Bacillus species for controlling the invasive ambrosia beetle Xylosandrus compactus. Biological Control, 170, 104929. https://doi.org/10.1016/j.biocontrol.2022.104929
- Leza, M., Nunez, L., Riba, J. M., Comparini, C., Roca, A., & Gallego, D. (2020). First record of the black twig borer, Xylosandrus compactus (Coleoptera: Curculionidae, Scolytinae) in Spain. Zootaxa, 4767(2), 337–340. https://doi.org/10.11646/zootaxa.4767.2.9
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- Ruralcat. (s.f.). Noves plagues que afecten els vivers d’ornamentals: Ripersiella hibisci. Xylosandrus compactus. https://ruralcat.gencat.cat/documents/20181/9596914/punt+5.2.-+RH+i+XC+TS+Flor_.pdf/775e4f19-78cc-4bcd-90d9-6ee4e8cba6fc